Centros culturales y cooperación cultural transfronteriza de proximidad

Una introducción

Durante siglos, la historia de Europa ha sido marcada por movimientos expansionistas, conquistas militares y numerosas guerras que han provocado desplazamientos de personas y de culturas a través de límites variables al filo del tiempo: las fronteras. Aunque estos fenómenos no son exclusivos de este continente, en el proceso de construcción europea se ha insistido especialmente en la importancia de la cooperación entre los espacios fronterizos, tanto de aquellos países que comparten fronteras al interior de la Unión, como de los que tienen fronteras con países externos. Se trata de una cooperación “de proximidad” que tiene como objetivo disminuir los efectos de las fronteras en un marco de libre circulación de personas, bienes y capitales. Los espacios fronterizos, otrora periféricos y con significativas desventajas económicas, han sido llamados a crear lazos ejemplares de cooperación, en pos de la cohesión y el desarrollo armonioso de los territorios.

En esta voluntad, la dimensión cultural tiene una vocación esencial puesto que, las otras fronteras, aquellas en las mentalidades de los habitantes, son ciertamente difíciles de derribar, o al menos, de atenuar. Afortunadamente, se ha entendido que si bien las fronteras son zonas de conflicto por excelencia, también pueden transformarse en lugares de diálogo intercomunitario. Para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, es imprescindible prever una mejor articulación del territorio en materia cultural, lo que incluye formar redes entre sus actores culturales así como vincular las instituciones culturales de uno y otro lado de la frontera, e incluso desarrollarlas conjuntamente. A mediano y largo plazo, el ideal consistiría en desarrollar una gobernanza cultural a nivel local y regional con todos las partes involucradas, conformando verdaderos laboratorios de la construcción europea.

Si nos preguntamos cuál ha sido el papel de los centros culturales – espacios de diálogo intercultural por excelencia – en esta forma de cooperación cultural transfronteriza, encontraremos una contradicción entre su gran adecuación para fomentar los objetivos de la cooperación cultural transfronteriza y el poco avance práctico en su desarrollo, lo que brinda un real carácter de pioneros a sus escasos ejemplos. Ante el número considerable de proyectos culturales transfronterizos que han florecido, la dimensión articuladora de los centros, reflejo de una mayor ambición de anclar la política de cooperación transfronteriza en el largo plazo, no es una constante en estos territorios.

Merece la pena recordar que tanto el Consejo de Europa como la Comisión Europea han promovido la cooperación transfronteriza, el primero esencialmente en materia de reflexión y acción normativa; el segundo, por su financiación mediante programas de iniciativa comunitaria en el marco de su política regional, en especial con el Programa Interreg, en sus distintas generaciones. Dicha financiación requiere una participación del Estado y de las autoridades territoriales y no concierne específicamente a los proyectos culturales, sino a un amplio campo que va del medio ambiente a la formación profesional. Sin embargo, no deja de ser un reconocimiento al carácter transversal de la cultura y su importancia en la dinámica transfronteriza.

Consideremos algunos ejemplos de centros culturales que se han implicado particularmente en esta práctica, como el Centro cultural transfronterizo “Le Manège”, simultáneamente de Mons, Bélgica y de Maubeuge, Francia, distanciados a penas de dieciocho kilómetros. Gracias al ímpetu visionario de Didier Fusillier y de Yves Vasseur, este proyecto marcó un precedente a nivel europeo durante más de 13 años hasta 2015, en las áreas de creación teatral, producción de música contemporánea, escritura y formación en artes digitales, residencias… El concepto incluyó recintos de ambos lados de la frontera y un real acercamiento en programación, en aspectos administrativos, técnicos y financieros así como en la movilidad de los espectadores (autobuses gratuitos entre recintos) y la política de comunicación. Así, en promedio quince por ciento de los espectadores acudieron al menos a uno de los espectáculos o actividades en el otro país. El programa de Mons Capital Europea de la Cultura 2015 llevó a poner entre paréntesis el partenariado estructural entre ambas instituciones, desligándose administrativamente, pero manteniendo lazos de colaboración transfronteriza, aunque tenues.

Relacionadas con este proyecto, podemos destacar también las Maisons Folie, que forman parte del legado del programa cultural de “Lille 2004, Capital europea de la Cultura” concebido por el mismo Fusillier y que son fundamentalmente casas culturales comunitarias multi-usos de uno y otro lado de la frontera, que trabajan en red. Continuando la política transfronteriza que formaba parte del espíritu del programa de 2004, las instituciones culturales de la Eurometrópolis franco-belga de Lille-Kortrijk-Tournai desarrollaron proyectos comunes, como la Casa de la cultura de Tournai, que tuvo un proyecto destacable con el teatro Le Prato de Lille en el sector del circo, creando el primer polo de circo transfronterizo “Le PLÔT, Pôle cirque Lille-Tournai o en el campo del teatro juvenil con La Rose des Vents-Scène Nationale de Villeneuve d’Ascq y el proyecto “Labomatic théâtres”. Hoy en día, en la misma área transfronteriza, el Festival de artes NEXT cumple 14 años de un ambicioso proyecto transfronterizo con cinco socios de Francia y de Bélgica: La Rose des vents, Villeneuve d’Ascq (FR), Espace Pasolini Valenciennes (FR), Le phénix Valenciennes (FR), Kunstencentrum BUDA, Kortrijk (BE), Schouwburg Kortrijk (BE).

En 2007, Luxemburgo decidió que su programa de Capital Europea de la Cultura incluiría todo el espacio transfronterizo, denominado “Gran región”, incluyendo los espacios vecinos de Francia, Bélgica y Alemania. Cabe también poner en relieve en esa región el proyecto de reconversión industrial de la acería Völklinger Hütte, del lado alemán, cerca de Saarbrücken, que hoy en día se ha transformado en un “centro europeo para el arte y la cultura industrial” donde se puede descubrir la historia de la industria siderúrgica, visitar sus instalaciones para comprender los procesos, al mismo tiempo que éstas se han reutilizado para muestras, exposiciones, espectáculos de danza, teatro… y hacen comprender y recordar la identidad industrial de los habitantes de estas zonas, similares en ambos lados de la frontera. El reconocimiento recibido de la Unesco como Patrimonio mundial respalda el interés de este centro que ya ha festejado sus primeros veinte años en 2019.

Acería Völkingler Hütte, Alemania

Todas estas instituciones tienen un papel significativo por desarrollar, aunque su camino está todavía marcado por numerosos obstáculos que han limitado de alguna manera su potencial. Recordemos que las autoridades territoriales de la Unión Europea presentan realidades político-institucionales muy diversas, de lo cual va a depender qué actores van a participar en las negociaciones, porque las competencias administrativas no se reparten de la misma manera en los países vecinos. Evidentemente, los recursos financieros y logísticos no son tampoco similares según el nivel de la autoridad que interviene en la cooperación. Nos encontramos frente a un marco legal y administrativo complejo. Los criterios para obtener recursos de programas europeos establecen que los fondos no pueden ser utilizados para el funcionamiento de un centro cultural, sino para algunos proyectos o actividades realizadas en su marco. La diferencia de lenguas puede interferir también, aunque los responsables no citan esta barrera como la más difícil. ¡A todo esto se agregan las propias diferencias culturales administrativas que frenan la cooperación: estereotipos negativos, nacionalismo, falta de interés por el vecino e incluso la falta de una estrategia definida o con mezcla de orientaciones (defensa de la cultura regional, promoción de intercambios culturales, instrumentalización socio-cultural…), tanto de lo que se desea combatir mediante la cooperación !

Estos múltiples factores tienen un impacto en la creación de centros culturales transfronterizos, además de los propios de la generación de una institución cultural de esta índole.

En conclusión, gracias a la aparición de una solidaridad estratégica entre los lados de la frontera se efectúa el cambio de una lógica de yuxtaposición de espacios fronterizos a la del surgimiento de un territorio transfronterizo, creando comunidades de porvenir, cuya identidad se crea en complemento de la identidad local, regional y europea. Es necesario insistir en el potencial de los centros culturales transfronterizos ya que disminuyen la fragmentación del espacio social y cultural de territorios separados en otro tiempo. En un marco transfronterizo, los centros culturales resultan proyectos bastante complejos, pero el avance en su discusión y puesta en marcha da lugar ya a una experiencia de gobernanza cultural transfronteriza, lo que es muy laudable. En el estudio del desarrollo de los centros culturales, este tipo de centros en particular nos reservará seguramente sorpresas en los próximos años. Y ello a pesar de las dificultades que la pandemia de la Covid-19 ha estado generando particularmente en los espacios transfronterizos de la Unión Europea.

Abolir les frontières « where technology meets culture »

Depuis quelques années, je suis avec intérêt les projets d’un centre culturel dans un espace culturel partagé entre la Belgique et la France.

Le Manège Mons Maubeuge est un centre culturel unique en son genre situé près de la frontière franco-belge qui joue un rôle prépondérant dans la préparation et le développement du programme de « Mons 2015 » Capitale européenne de la culture dont la trame thématique est expressément « Là où la technologie rencontre la culture ».

Son histoire est liée à un territoire en reconversion qui consacre la culture comme l’un des principaux axes de développement, en mettant l’accent sur la construction européenne et son intégration dans la scène internationale, sans pour autant négliger le tissu social local.

 Séparées de 18 km, dans une région minière victime de la crise sidérurgique, les villes de Mons (B) et de Maubeuge (F) perçoivent des changements dans leurs paysages culturels à la fin des années 80 et une coopération commence à partir d’initiatives de développement culturel présentées par leurs institutions culturelles. En effet, leurs directeurs respectifs, Yves Vasseur et Didier Fusillier se rencontrent pour construire des ponts entre leurs régions avec deux idées principales: la démocratisation culturelle et la qualité de la programmation. Ce qui est conforté en l’an 2000 par Elio Di Rupo, nouveau bourgmestre (maire) de Mons, qui s’engage dans l’exercice de la rationalisation du paysage culturel local. Le Manège de Mons est ainsi créé, intégrant diverses institutions culturelles.

En 2002, les deux villes décident d’officialiser leur collaboration: programmation et communication communes, promotion de la mobilité des publics et des artistes entre leurs différents locaux (avec navettes gratuites, par exemple), création d’un studio de production numérique … Le Manège Mons Maubeuge est établi comme une véritable plateforme transfrontalière pour la création et la diffusion de l’art contemporain. Il y a de nombreux avantages: cohérence dans les décisions de programmation, réduction des coûts d’exploitation, une meilleure visibilité européenne – symbole de l’intégration – et l’optimisation de la gestion technique et financière. La configuration progressive du Manège Mons inclut un lieu dédié à la création théâtrale, le « Théâtre Le Manège » et un nouveau « Centre des écritures contemporaines et numériques », espace d’apprentissage pour l’utilisation des technologies numériques dans les arts du spectacle qui promeut l’interaction avec les technologies de l’information et de la communication (TICs), ce qui nous permet de rappeler la stratégie de la ville de Mons pour attirer les entreprises technologiques comme Google, afin de participer à l’économie créative mondiale. Une autre composante, très originale aussi, qui assure la participation citoyenne et des associations,  la « Maison Folie de Mons » née dans l’élan de Lille 2004 en tant que laboratoire pour la réunion des artistes et des habitants où le processus de co-création est au cœur de nouvelles relations.

Le réseau transfrontalier est confirmé: la saison artistique est organisée en collaboration entre cinq villes et douze espaces culturels de la région, offrant plus de cent spectacles par an, avec près de 60.000 spectateurs et plus de 5.000 abonnés pour une population combinée de 180.000 habitants.

Tout ce processus s’est inscrit dans le cadre d’une perspective intégrale de développement culturel du territoire dans de nouveaux contextes sur laquelle s’appuie le programme de la Capitale européenne. Celui-ci n’a pas été conçu sur une philosophie de grandes expositions et d’événements « vitrine » isolés. Il est basé sur une vision à long terme de la relation entre culture et nouvelles technologies, avec une approche démocratique inclusive. C’est dire si c’est un projet sensé, ambitieux, durable et respectueux des contraintes économiques régnantes. Il faut souligner que d’ici 2015 aucun budget pharaonique pour des actions architecturales n’a été considéré pour la réalisation du programme de Mons 2015.

Je vous invite à visiter les sites web de la Fondation Mons 2015 et du Manège Mons Maubeuge.